PARADIGMA DE LOS RECUERDOS

Yo siempre pensé que las flores eran más hermosas cuanto más silvestres. En este sentido, las amapolas que crecían en las eras aquellas que aún había alrededor del pueblo donde de niña jugaba, lo eran en su totalidad. Se hace presente ese descolorido ya, y casi desaparecido bosque de amapolas.

Las amapolas van libres y no forman ni formaron jerarquías, pero ahora se parecen más a los humanos siendo más individualistas… Con su rojo impregnando así en el tacto la suave y quebrantada delicadeza que sus pétalos desprendían, su olor salpicaría otra vez fortaleciéndose como si fuera inmortal. Y,  ocurre igual en los hombres y mujeres en los que los sueños desmienten ciertas pretensiones, pero aquellos que forman parte de un grupo más miserable, siguen creyendo en la posibilidad de hacer realidad estos.

Volviendo a ese pasado, la inocencia caminaba y jugaba impotente; todo aprendizaje convertiría mi ser en un derivado imposible buscando un pequeño manantial que me permitiera sobrevivir.

Todo complejo de anti-conceptos y supra-conceptos destinados a conseguir el éxito eran rechazados. “No quiero ser de mayor más que una oruga”. No estaría dispuesto a conseguir lo que se me dictara sin una pura y extraordinaria desviación de la tradición. Más adelante esta idea se hacía más firme.

Las personas con las que me tocó tratar durante el paso de los años pensaban como yo. Jamás aceptaron hablar sobre el tema y afirmarlo como una práctica y sencilla meta. “Cuanto más rico más libre, para poder comprar esa casa que me gusta, o el ordenador con más prestaciones y actual hasta el momento”.

Por otro lado, aparecían los solitarios y solidarios defensores para los que la ciencia era un juego y, no se sabía muy bien si entendían o no el entramado de dicha solidaridad. Capaces o no de conocer el concepto del perdón, por ejemplo, construían ciertas reglas de sentido denominadas “Sapiencia Sansón”. La corte de la lógica, la máquina helada de la heria a razón…, de labios viudos, de ojos rocosos y trasnochadores…, de no hacer suyo más que lo suyo, de no sentir más que el pesar cuando éste pesa de verdad.

Creo haber visto muchos más grupos, aunque el escaso recuerdo no me permite hablar de ellos en este momento. Quizá ya estén muertos; quizá no sea capaz de visualizarlos más que en esas ocasiones que echo de menos un poco de felicidad.

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